Orugas en la 9A, ¿buena idea?


Durante el pasado verano de 2018 una polémica importante en el transporte español ocupó las portadas de muchos medios de comunicación, y fue algo que en Vigo también se hizo notar, de varias maneras. Hablo de la huelga del taxi, que exigía una respuesta del Gobierno de España ante la proliferación de licencias VTCs, que el taxi público considera competencia desleal. A pesar de que este tipo de plataformas (salvo contados casos) no están disponibles en Galicia en modalidad taxi, los taxistas gallegos se pusieron en huelga los últimos días de julio y los primeros de agosto en solidaridad con el resto del estado, y esto se hizo notar lógicamente en nuestra ciudad.

Durante estos días de huelga de taxis había mucho movimiento hacia y desde el aeropuerto, por lo que desde Vitrasa se decidió cambiar los buses normales de 12 metros por articulados para reforzar la capacidad de la línea. Esta decisión (nunca vista antes) fue de buen agrado para la empresa y los buses oruga se quedaron en la línea 9A durante prácticamente todo el verano.

Esta operación vitrasera fue posible principalmente gracias a que los entre 5 y 7 articulados que hay que mandar a la universidad ya no son necesarios, y se reparten entre la C3 y las líneas playeras. Por eso, para ajustarse a la demanda la estrategia que siguió Vitrasa fue mandar tres orugas a la ruta del aeropuerto para reforzar toda la capacidad de la línea durante gran parte del día y sobre las 17-18 cambiarlos en la zona de Jenaro-Aragón o en la cabecera de la ciudad por un bus de reserva de 12 metros, para que los articulados pudiesen acudir a las playas en el horario punta para la vuelta.

Esta decisión sin duda fue un punto de inflexión en la historia de la línea 9A, ya que fue la primera vez que se pudieron ver buses oruga en ella, y abrió la puerta a asignar alguno o al menos valorarlo. Pero si una conclusión se pudo sacar de la prueba de articulados el pasado verano en esta línea es que con ellos se logra aumentar la capacidad del bus (si bien algunos turistas y usuarios del aeropuerto aprovechaban para ponerse demasiado cómodos en los asientos) pero desde luego no se solucionan los recurrentes problemas de puntualidad de los que ya hablamos aquí, y que también se pudieron ver en verano.


Cuando vemos que el aeropuerto de Vigo, nuestro aeropuerto; que acaba de cerrar el año 2018 con unas cifras que muestran su gran recuperación y con un verano de récord en el que la terminal fue un ir y venir de turistas, tiene un servicio de transporte público con tantas carencias, y que en cambio, viajar a través de Santiago con los autobuses adaptados a maletas de Empresa Freire da gusto, estamos ante una desigualdad.
Si bien es cierto que el aeropuerto Rosalía de Castro-Labacolla registra bastante más actividad que el de Peinador, este también merece un buen servicio de transporte público que esté a su altura.

Con todo, no se puede decir que asignar autobuses articulados en la línea 9A fuese una mala idea, pero no es una solución eficaz ni para los vecinos de Candeán y la avenida del Aeropuerto ni para los usuarios del aeropuerto, ya que estos son los principales ejes sobre los que se sustenta la ruta aparte del movimiento urbano, y cuando falla uno, siempre afecta al otro. Lo que sí que sería eficaz sería prestar un servicio adecuado al aeropuerto y otro para los vecinos, y sobretodo, solucionar los graves problemas de puntualidad antes que pensar el modelo del autobús que acuda a la línea.

Comentarios